Posible Revisión de la Pena para los Ingestados
Resumen
Las miserias sufridas por parte de la red o el cooptor que la contrata a las llamadas mulas, por parte de los funcionarios públicos encargados de ejercer controles en los puestos fronterizos, más tarde por el engranaje judicial y finalmente por la hostilidad de la prisión, son una acentuación de la situación penosa previa de sus vidas, propio de quien pertenece a un sector subalterno de la sociedad. Asimismo, si se desperdician esfuerzos en el engranaje judicial en estos eslabones vulnerables, se coadyuva a afianzar la mirada esquiva a los problemas amplios del narcotráfico consistente en el enriquecimiento económico, corrupción y lavado de activos, entre otros. No se mira más que el pequeño árbol en lugar del bosque. Es el poder punitivo, que muchas veces pretendió resolver problemas complejos a través del narcisismo del derecho penal y que, en el caso en cuestión, ha olvidado las causas psico sociales, familiares y culturales que permitieron que el castigo recayera en el sujeto más débil de la cadena del tráfico de drogas. Aparece así un poder punitivo que pretende ilusoriamente resolver complejos problemas sociales en torno a los ingestados y su problemática social, laboral y familiar. La urgencia en la respuesta efectista impide analizar estos temas con seriedad. Tal resulta la precariedad de recursos y posibilidades personales que, los ingestados eligen poner en peligro su propia integridad física, introduciendo cantidades enormes, las que conducen a una muerte segura, en caso de ruptura de cápsulas.
En el mismo sentido, se da una criminalización selectiva y estructural, ya que estas personas cumplen con el estereotipo que cuadra exactamente con la marginalidad, al estar fuera del sistema.
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